Ayer me enteré de la terrible noticia de la muerte de Magdalena y, en un primer instante, ante el dolor, no sé cómo reaccioné. Conforme fueron pasando los minutos y las horas fui cada vez más consciente del hecho de que una gran persona nos dejaba.
Seguramente, Magdalena ya se cansó de tanto luchar. Ella, que era infatigable y luchadora, no pudo con esta lacra que nos sigue amenazando a pesar de vivir en un mundo tan tecnológico y tan avanzado.
Te conozco, Magdalena, desde nuestra infancia. Llegamos a ser muy buenos amigos y aunque el tiempo nos separó , siempre te he tenido por una bella y magnífica persona, de ahí el aprecio y cariño personal que constantemente te he profesado.
Mi consuelo es que los grandes amigos nunca mueren, sólo se van poco a poco porque siempre estarán presentes con sus frases, sus gestos, sus bromas, sus consejos...
Quiero expresar mi más sentido pésame a toda su familia pero muy especialmente a sus hijos, Ana y Jorge. Yo sé mucho de la tristeza que ahoga en estos momentos a estos niños y la de veces que tendrán que recordar a su madre, tantas que ni ellos mismos se lo imaginan. Por eso les acompaño de corazón en su dolor.
Hasta siempre, Magdalena.
Tu amigo, Pepe.