Como si se tratara del primer Rosario de la Aurora que celebramos, sigo intentando deja el recuerdo de lo vivido, unas jornadas entrañables que tienen como eje principal y único a Nuestra Señora de la Soledad Coronada. Unos días en los que hemos contemplado la bella silueta y el singular e inigualable rostro de la Virgen de la Soledad Coronada, con su mirada resplandeciente de felicidad que nos permite gozar del templo de la Trinidad elegida por Dios Padre.