16 de noviembre de 2010

MI DESPEDIDA.




Me llamo José Trashorras Segura. Soy hijo de Hermano Mayor de la Hermandad de la Soledad. Sobrino y nieto de camaristas de la Virgen de la Soledad. He vivido desde pequeño el trasiego continuo en mi casa de buenas gentes de esta Hermandad que cogían y guardaban los enseres que, en su mayoría, se custodiaban en mi casa. Llevo perteneciendo a la Junta de Gobierno alrededor de 20 años  y soy hermano de esta bendita hermandad desde el mismo día de mi nacimiento siendo mi padre, Hermano Mayor.  He trabajado junto a grandes Soleanos que fueron grandes Hermanos Mayores, Don José María Bustillo, Don Francisco Rosado y Don José Moreno. Y en estos momentos ha llegado la hora de la despedida, el momento de salir de la Junta de Gobierno.
Tras tantos años perteneciendo a una Junta de Gobierno, mentiría si no dijera que me encuentro algo extraño al comprobar que mi nombre no figuraba en la papeleta de elecciones  que tuvieron lugar el pasado siete de noviembre. Pero me conforta la tranquilidad de saber que contamos con una nueva Junta que tiene el respaldo mayoritario de toda nuestra Hermandad y que, estoy seguro de ello, trabajará por esta hermandad como lo hicieron todos nuestros antepasados, los más lejanos y los más inmediatos.
Pertenecer a una Junta de Gobierno es un ejercicio de enorme responsabilidad. En este sentido me he considerado siempre muy comprometido,  como no podía ser de otra manera, con cada uno de los cargos que he ocupado. Pero más allá de estos hechos, siempre, siempre, siempre, he tenido en mi mente ser el más fiel servidor de Mi Virgen de la Soledad. He trabajado con compromiso junto a todos y cada uno de mis compañeros de Junta. Hemos sufrido y reído todos juntos. Hemos puesto todo lo bueno que teníamos de nosotros para conseguir el engrandecimiento y fortalecimiento de nuestra Hermandad. Sé que a veces esto se nota poco o nada pero es que en ocasiones, una Junta de Gobierno ¡se ven tan sola!.....
Desde estos precisos momentos, paso a ser un hermano de base que estará siempre al servicio de esta hermandad dentro de mi nueva disponibilidad humana y siempre que mis ocupaciones familiares y laborales me lo permitan. Nunca dejaré de estar al lado de la Hermandad.
Quiero, desde aquí, expresar mi más sincera gratitud a todas aquellas personas con las que he trabajado dentro y fuera de la Junta de Gobierno. A todos aquellos que siempre han tenido una palabra de ánimo especialmente en los momentos más difíciles. A todos los que han colaborado con esta Junta de Gobierno y sin los cuales no podríamos llevar hacia delante esta Hermandad. En una hermandad no sobra nadie y todos somos necesarios, en los derechos y por supuesto, en las obligaciones.
He dejado algunas amistades por el camino y he ganado enemigos sin haberlos buscado debido, con seguridad, a decisiones que se han tomado y que no han sido compartidas ni comprendidas sin saber separar lo humano de los intereses propios de la hermandad.
Me siento muy orgulloso de todo cuanto hemos conseguido a lo largo de todos estos años y de haber sabido normalizar el peor momento vivido. Hemos recuperado el patrimonio que se perdió y lo hemos aumentado en cantidad y calidad de tal manera que nunca esta Hermandad ha tenido un Patrimonio tan importante en todos los aspectos.
La Hermandad de la Soledad está ahora más viva que nunca además de estar consiguiendo una importantísima expansión por toda la geografía aljarafeña, sevillana y andaluza. Continuamente me llegan correos al Blog adhiriéndose al enamoramiento que provoca nuestra Virgen de la Soledad. Estamos obligados a ser llamados a canalizar todos nuestros esfuerzos por difundir a los cuatro vientos nuestro incondicional amor a la Virgen de la Soledad, a Nuestro Cristo Yacente, a Jesús Resucitado y a nuestro Divino Niño del Dulce Nombre. No debemos ser conformistas, todo lo contrario, idealistas, trabajadores con todas las ilusiones puestas en un futuro cada vez mejor.
Llega, como decía, la hora de la despedida. Pero no es una despedida triste porque me siento muy satisfecho por el deber cumplido. Es una despedida, por lo tanto, mezclada con alegría, esperanza y agradecimiento.
Agradecimiento a mi familia, a mi mujer, a mis hijos, a mi madre. A todos mis Hermanos Mayores, especialmente al último con el que he estado, mi buen amigo Carlos. A todos mis compañeros de Junta de Gobierno. A todos cuantos habéis estado luchando en estos años. No quisiera dejar a nadie atrás y por ello opto por no personificar.
Por último, déjame que te diga,  Soledad, que siempre estaré a tus plantas, enamorado de tu hermosura infinita.