26 de diciembre de 2010

RECUERDOS

RECUERDOS.

Por Pepe Trashorras Segura

Es Navidad y es una época, no sé si igual para ustedes, de cierta cadencia romántica en la que se van alternando los días fríos con sol con otros con chaparrones más o menos continuos y fuertes que van dejando alegría y llanto según en qué sitios y a qué personas. Es ésta, una época melancólica en la que sin saber el motivo, te vienen a la memoria cientos de recuerdos que empiezan por tu niñez y terminan nuevamente en la niñez o en aquella otra etapa en la que fuiste alguna vez, más feliz.
Hace apenas un mes que no pertenezco a la Junta de Gobierno de mi Hermandad y aunque sigo al lado de ella, al lado de mis amigos que sí lo están,  no puedo olvidar ciertos momentos vividos a lo largo de mis años de pertenencia a ella. Años en los que se vive de una manera más intensa todo lo que está relacionado con la Hermandad, naturalmente, por el grado de responsabilidad que tienes en esos períodos. Y a la par que recuerdo todos esos instantes, recuerdo a las personas que protagonizaron aquellos momentos de mi vida y que me demostraron el buen hacer, el mucho amor y la absoluta pleitesía a una Imagen que ocupa justo, justo,  el centro mismo de mi corazón: Mi Soledad. Personas que lucharon, que trabajaron, personas sencillas en la mayor parte de los casos que sacaban fuerzas de flaqueza para dedicar su tiempo y todo su ser a su hermandad, a mi hermandad, a nuestra hermandad. Y así, día tras día, año tras año, sin desfallecer uno solo.
Traigo, sobre todo, a mi memoria, dos señoras, dos Grandes Señoras, con mayúscula. Dos señoras que me hacían sentir mi hermandad y a las que siempre recuerdo con emoción por su gran sentido de hermandad, de hermandad de la Soledad.  A ellas quiero expresarles  mi admiración, quiero manifestarles  mi  agradecimiento y quiero demostrarles desde este Blog, mi respeto más sincero.
En estos días de la Navidad, me llegan el eco de sus sonrisas, de sus siempre amables palabras para conmigo porque sé me querían y creo que siempre supe devolverles el cariño que en todo momento me manifestaron con el mejor de sus lenguajes, el de los hechos y el de sus bellas obras.
Lo triste es que ellas no podrán leer estas notas. Ya no se encuentran entre nosotros, pero hoy he sentido la necesidad de recordarlas y dedicarles un pequeño homenaje con lo que más me gusta, con las palabras, esas que pueden formar metáforas y sinestesias  y que juntas pueden constituir un bello relato de amistad  que podrían decir así:  
“Hoy quiero pensar en su bondad, en su amabilidad,  en la belleza de sus acciones. Hoy quiero evocar vuestras vidas y detenerme en vuestro recuerdo que siempre sigue vivo en mí porque sólo tengo de vosotras sanas emociones. Quiero visualizar aquellas tardes de Sábado Santo que me emocionaron junto a vosotras. Quiero revivir vuestras siempre cálidas palabras hacia mi persona porque nacían del corazón y de la sinceridad. Quiero disfrutar ahora y siempre de la alegría que conocí junto a vosotras. Hoy quiero recordaros a vosotras, Gertrudis y Antonia.
En mi mente tengo guardadas todas las imágenes que me recuerdan a vosotras y hoy de decidido volverlas a mirar. “