11 de febrero de 2011

NUEVO MANTO PARA LA VIRGEN DEL ROCÍO DE ALMONTE.


Joaquín López, en su taller de bordado Santa Bárbara, aborda la segunda y última fase del nuevo manto de la Virgen del Rocío. Para final de abril deberá estar vistiendo a la Blanca Paloma

—O sea, que están ustedes dando las primeras de las últimas puntadas del manto ¿es así?
—Exactamente. Ahora estamos con las primeras puntadas del manto.

—La primera fase del trabajo ha concluido dejando acabadas cuántas piezas…
—La toca, la saya y la túnica del Pastorcito, dicho así en términos rocieros.

—¿Cuántas horas de trabajo se ha llevado acabar saya, toca y túnica del Niño?
—Uff. Imposible saber. Al final podré hacer un balance. Por ahora llevamos casi un año y poco más.

—¿Cuántas personas están trabajando en el nuevo manto?
—Seis mas mi socio, Juan Areal Giraldez, y yo. O sea ocho personas.

—Imagino que el manto irá bien reforzado porque es de los que verán la luz del Lunes de Pentecostés, un lunes la mar de movidito…
—(risas). Indiscutiblemente eso va bien cogido y amarrado. Pero esa no es labor nuestra. Sino de las camareras de la Virgen

—Me cuentan que el trabajo es complejo pero hermoso y que se decidió hacerlo en Rocalla

—Efectivamente. Nos pidió la hermandad una cosa distinta a lo que actualmente tiene la Virgen y distinto a lo demás. Poco visto como se suele decir. Nos dieron a elegir a nosotros el estilo, nos dieron absoluta libertad. Y elegimos la Rocalla.

—¿Por qué la Rocalla?
—Porque hay muy pocas cosas hechas en bordado y lo que hay no es excelente. Por eso elegimos ese estilo tan poco frecuente. Exige laboriosidad y gran imaginación.

—¿Tenemos algunas analogías en mantos sevillanos para que la gente pueda hacerse una idea aproximada de lo que verán en el Rocío?
—No, no la hay. Precisamente por eso lo hemos hecho. No se parece a ninguno. Tiene su simbología: la paloma que es el Espíritu Santo y que hace recaer su rayo sobre el escudo de Almonte y los doce apóstoles con la Virgen san José y la Magdalena.

—El último gran manto que salió de su taller fue para la Virgen de Los Estudiantes. ¿Cuántas familias y durante cuánto tiempo comieron de aquel trabajo?
—De aquel manto comieron 26 familias durante tres años.

—¿Cuántos puestos de trabajo pueden dar las labores artesanales ligadas a la Semana Santa en nuestra ciudad?

—Muchísimo. Y eso no se ve. Se ve sólo el dinero que se gasta pero no las familias que comen. Eso es importante, muy importante que se sepa.

—¿Y Hacienda se porta con ustedes o con esa señora no hay forma de bordarlo?
—Con esa señora no hay forma de bordarlo. Esta actividad no la recoge la normativa y tenemos que adaptarnos a otras que no tienen nada que ver con lo que hacemos. Y estamos fritos a impuestos. Este es el gran problema del bordado. Ese y el desconocimiento. Ni el sevillano ni las hermandades saben lo que están viendo. Saben que brilla y que es de oro. Pero el trabajo lo desconocen.

—¿Le gusta el manto y el palio de La Virgen de Los Negritos? Es a lo más vanguardista que ha propuesto el diseño cofradiero…
—Indiscutiblemente. Y creo que es un palio incomprendido. Es único.

—¿Cree que un manto y un palio lejos de los cánones ortodoxos imperantes gustaría en Sevilla o aquí los gustos son inamovibles?
—Sólo existe Juan Manuel. Y no le quito mérito porque lo tiene todo. Pero nos hemos quedado en imitar, en plagiar a Juan Manuel por todos los lados. Y así no se avanza.

—Algunas hermandades están creando talleres de hermanos para trabajar su patrimonio. ¿Qué opinión le merece?

—Me parece extraordinario. Pero sin quitarles su sitio a los profesionales que tienen un conocimiento más amplio.

—La fama restauradora de imágenes del Instituto Andaluz de Patrimonio está fuera de dudas. ¿Trabajan igual de bien las restauraciones en bordados?
—Ni muchísimo menos. No hay quien pueda enseñarles las claves de esta artesanía. No existe un colegio donde enseñar el oficio. El oficio está en los talleres de bordado. Además estas prendas están hechas para el uso. No es un cuadro que se pone tras un cristal.

Ignorancia
Aún recuerda con cierta impotencia cómo en un pabellón norteafricano durante la Expo, los sevillanos se paraban para ver los bordados ligeros y turísticos de dos artesanos magrebies. Y se decía para sí: con los artesanos bordadores que hay en Sevilla y el sevillano los desconoce. Muchos años después aún sigue pensando lo mismo. Dice que la gente e incluso los hermanos cofrades solo saben ver el brillo y el oro, jamás la tensión artística de un bordado. Es vestidor de la Amargura y del nazareno de El Silencio. Y asegura que este año, él y su socio Juan Areal (juntos le dan vida a Bordados Santa Bárbara desde hace 28 años) estarán pendiente de la Virgen del Rocío para ver el estreno del nuevo manto. Con las claritas del día, cuando pasa por la casa hermandad de Sevilla…