Si paseamos por el corredor verde del Guadiamar, en términos de Aznalcázar, prácticamente en el pueblo, justo a sus pies, se encuentran los restos de un puente romano que en sus tiempos fue el único que existía para la comunicación entre las provincias de Sevilla y Huelva. Hay quienes lo fechan en épocas tardo romanas o incluso romanas aunque a lo largo de su historia ha sido sometido a un buen número de actuaciones que en mucho o en poco han podido cambiar su aspecto original. Fue en 1532 cuando se lleva a cabo una importante intervención de reparación.
En 1821, debido a unas importantísimas riadas quedó parcialmente hundido y de los catorce arcos que tenía, hoy sólo nos han llegado cinco que se conservan en muy mal estado debido al abandono y al mal uso que se ha hecho de él.
Hoy día el puente o mejor dicho, los restos del puente, se encuentran fuera del cauce del rio Guadiamar debido a que éste fue desviado con el fin de conseguir tierras de cultivo.
No cabe la menor duda de que el puente romano de Aznalcázar es un atractivo más al Corredor Verde del Guadiamar donde ecología y arqueología se dan de la mano en varios puntos del itinerario de este magnífico sendero que pudo crearse a partir de la rotura de la presa de Aznalcóllar en 1998.