2 de julio de 2013

RESTOS ARQUEOLÓGICOS EN AZNALCÓLLAR.


El Corredor Verde del Río Guadiamar es una auténtica delicia paisajística que nos sorprende a quienes disfrutamos de sus caminos con verdaderas maravillas en las más distintas formas imaginadas. Es un río, el Guadiamar, que hoy sigue rebosando vida porque hablar del Corredor Verde del Guadiamar es hablar de un río de Príncipes  que es el nombre que le dieron los árabes: Wadi-Amar. Es el último gran afluente del Guadalquivir y nos obsequia paisajes de pinares, arenales, encinares, dehesas o el magnífico bosque en galería al llegar a Aznalcázar donde podemos deleitarnos con los restos del puente romano que allí se conserva. 
Pero en esta ocasión, permítanme que les hable de lo que podemos ver en el extremo opuesto, justamente a los pies de las antiguas minas de Aznalcóllar. Aquí nos encontraremos con los restos arqueológicos del Acueducto Romano construido en el Siglo-II para llevar agua desde Fuentes de Tejada, en Escacena del Campo, hasta Itálica. Su caudal se calcula que fue de 12960 metros cúbicos diarios. Su longitud se estima en 36.5 kilómetros y fue construido en cantería y ladrillo. Su trazado fue irregular y alterna la parte elevada que vemos con otra subterránea. 
Si pasean, si andan por este camino de vida y pasan delante de estos restos que ponen de manifiesto la grandeza de lo que fue el Ingenio Romano, vale la pena detenerse un rato y contemplarlo. Sin duda, forma parte de nuestra historia, de Andalucía. Cuidar este patrimonio es nuestro deber y nuestra obligación y saborearlo,  un derecho.